Cuando un bebé tiene fiebre los padres –
sobre todo si son primerizos – con frecuencia se alarman y corren a consultar a
un pediatra, y no es para menos. La fiebre si no se controla puede desencadenar
daños a nivel cerebral y es un síntoma de que algo está pasando en el pequeño
organismo del bebé.
Por eso, ¿qué
podemos hacer si detectamos que nuestro bebé tiene fiebre?
Ante todo es importante aclarar que la
fiebre es un síntoma y no una enfermedad en sí. Muchas enfermedades llevan
asociada la fiebre como respuesta defensiva del organismo, pero muchas otras no
manifiestan esa señal. Comúnmente la fiebre en los bebés se manifiesta como
resultado de una infección respiratoria, intestinal o urinaria, causada por un
virus o una bacteria. También puede manifestarse la fiebre cuando los dientes
del bebé comienzan a salir. De hecho, prácticamente a todos los bebés les da
fiebre varias veces en sus primeros tres años de vida.
Cuando
tu bebé tenga fiebre lo más importante es controlársela; de ahí que sea recomendable comprar un termómetro rectal para
monitorearla. Un poco de gel lubricante en la punta del termómetro es
suficiente para colocarlo sin demasiadas molestias para el bebé. También sirve
vaselina o aceite para bebés, aunque en pequeñas cantidades.
Normalmente el
pediatra prescribirá algún medicamento que contenga acetaminofén o paracetamol
en una dosis acorde con el peso del bebé, de ahí que también sea importante llevar un registro mensual del peso.
Nunca debe excederse esa dosis ni tampoco usar otros medicamentos que no hayan
sido prescritos. Si la fiebre no sede pueden usarse compresas de agua tibia
aplicadas en la cabeza del bebé y baños de esponja a fin de reducir la
temperatura corporal. En casos más extremos un baño con agua fresca (25 °C)
puede ser necesario.
Si la causa de la fiebre es viral (casi
siempre es así), esta desaparecerá en aproximadamente 3 días, por lo que hay
que tener paciencia y esperar. Si la fiebre dura más de 3 días es probable que
se requieran otros exámenes para determinar el tratamiento adecuado. En todo
caso, tener a la mano el número de teléfono del pediatra o de un servicio de
emergencias a domicilio siempre es una buena opción.